LO DEL PLATO NO SE TIRA
CASA CARMEN
Centro comercial Diagonal Mar/Granvia 2
Hoy toca hablar de un descubrimiento, un restaurante que conquistara vuestro corazón y vuestros paladares. Hace aproximadamente un año, Casa Carmen abrió sus puertas para que los amantes de la buena gastronomía conocieran más a fondo sus fogones mediterráneos. Sumergidos en un ambiente cálido, cercano, y con un trato personalizado que te permitirà disfrutar de una bonita velada con los tuyos.
De lunes a viernes ofrecen un menú de mediodía (11,75€) que combina platos elaborados con productos de calidad. El equipo de este restaurante no quiere descuidar ningún detalle y es por esa razón cuenta con un servicio altamente cualificado y una decoración elegante que es la clave para que tu experiencia sea lo más satisfactoria posible.
Por la noche, encontramos una carta suficientemente extensa en la cual os recomendamos por ejemplo compartir una ensalada de queso de cabra caliente (brotes verdes, mango, tomate cereza, nueces y vinagreta de mil). Entre los platos de carne más pedidos, están las creativas hamburguesas, pero si os gusta el pato, no dudéis en pedir el magret de pato con salsa de vino dulce y puré de mango acompañado de fideos de arroz crujientes. Sin duda un plato muy completo, creativo y delicioso.
La estrella de la noche fue el steak tartar con helado de mostaza. Sin duda un plato muy elaborado gracias al magnífico corte de la carne y el aderezo.
Para finalizar esta bonita experiencia esta vez nos levantamos de la silla para felicitar al chef pastelero. Los postres de este restaurante nos dejaron con el mejor sabor de boca posible. Os prometo que hay que guardar sitio en el estomago para comer lentamente su coulant de chocolate negro: apenas tiene corteza exterior y eso hace que el interior de este pastel sea una auténtica lava de placer adulto. Pero si hay un protagonista por execelència de la noche, el premio se lo lleva su volcán de queso manchego sobre tierra de frutos secos, arándanos, caramelo y helado de mora, sí lo habéis oído bien, un coulant de queso. Indescriptible. ¡Para llorar de emoción!


